GRANDES PILOTOS

La Fórmula 1 es la competición más impresionante del mundo del motor. Lo tiene todo: glamour, velocidad y pilotos que son referentes más allá de las pistas. Todos quieren ganar, pero solo unos pocos van a pasar a la historia.


Juan Manuel Fangio

El argentino fue el primer campeón “moderno”. La F1 empezaba a cobrar envergadura y se necesitaba a alguien con magia para llevarla al nivel de ahora. El Maestro Juan Manuel Fangio fue el elegido. Comenzó 51 carreras entre 1950 y 1958. Ganó 24, casi la mitad. Unos números de auténtica locura. Y algunos dicen que fue gracias a sus coches (corrió para Alfa Romeo, Maserati, Mercedes y Ferrari), pero su talento les era par. En total, conquistó los mundiales de 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957.

Ayrton Senna


Todo lo que rodea al piloto brasileño tiene un halo de magia. Él solo tenía un objetivo, ganar. No había excusas. Y consiguió tres títulos (1988, 1990, 1991). Sus peleas en la pista con Alain Prost se volvieron míticas. Millones de personas en el mundo seguían con admiración aquellos duelos imposibles. Y Senna sacó lo mejor de sí para batir a su rival. Por desgracia, Senna murió en el circuito de Imola en 1994 y, a partir de entonces, se ha abierto el debate sobre si ha sido el mejor de la historia. 41 victorias y 80 podios, sí, pero hay algo más que todo eso: Senna era especial.

Michael Schumacher

91 victorias, 155 podios. Simplemente el Kaiser. Era imbatible porque tenía la capacidad de sacar lo mejor de él en los momentos más difíciles. Empezó en 1991 su andadura en 1991, pero ya se comportaba como un campeón. Con Benetton, ganó los títulos de 1994 y 1995. Vinieron unos años de calma, pero tras el fichaje por Ferrari, todo el equipo se puso a trabajar duro: entre el 2000 y el 2004 no tuvo ni una seria sombra. A veces, su carácter y su actitud se volvieron polémicos, pero el piloto de Ferrari fue un auténtico ídolo de masas y nadie le va a sacar del top tres de la historia.

Alain Prost

Un tipo muy inteligente y elegante. El francés recibió el apellido de Le Profeseur. Vamos a ver por qué. En su etapa en Renault (1981-1983) aprendió a ganar carreras, en su etapa en McLaren aprendió lo que es la mala suerte y, una vez tuvo los conocimientos, ganó los campeonatos de 1985, 1986, 1989 y 1993. Sus duelos con Ayrton Senna han llenado pelis y documentales, porque eran luchas a cuchillo entre la fuerza del brasileño y la inteligencia del francés. Al final, 51 victorias y 106 podios.

Jim Clark

El porqué iba tan rápido, hay quien dice que no lo sabía ni él. Simplemente, tenía el don de batir todos los récords. Su relación con el fabricante Colin Chapman los convirtió en una dupla de ensueño y así conquistaron los campeonatos de 1963 y 1965. El único problema era la fiabilidad de los monoplazas. Pero, aun así, Jim nunca dejó de luchar. Se mató en Hockenheim en 1968 disputando una carrera de F2, pero siempre será recordado por el talento que tenía para conducir.

Jackie Stewart

Precisión británica encima de un coche. Prefería la suavidad y la técnica a la velocidad. Y le salió bien, porque Jackie Stewart ganó en 1969, 1971 y 1973. 27 victorias y 43 podios ya nos dan una idea de su grandeza, pero es que sus victorias eran un caramelo para los espectadores. En 1969, por ejemplo, con su Tyrrell Matra MS80-Ford Bosworth ganó en el circuito de Monza en la última recta en una heroicidad que ha pasado a la historia.

Niki Lauda

Ferrari no ganaba un campeonato mundial desde 1964 y los tifosis no tenían demasiadas esperanzas en aquel joven austríaco llegado en 1973. En 1975, no obstante, en Marinello estaban de celebración: Niki Lauda ganaba y empezaba la leyenda. El título de 1976 también era suyo, pero tuvo un grave accidente que lo apartó de la victoria. No pasaba nada porque en 1977 volvía a ganar. En 1979 no se veía capacitada para seguir corriendo y se retiró… para volver con McLaren y ganar en 1984. 25 victorias y 54 podios para uno de los más grandes.

Stirling Moss

Stirling Moss tenía talento para correr en cualquier competición de motor. Pero, por suerte, también decidió participar en la F1. El británico tenía madera de campeón, pero tuvo la mala suerte de toparse con Fangio y esta historia ya la conocemos. No obstante, Moss siempre estuvo allí compitiendo, con 4 subcampeonatos, 16 victorias y 24 podios. Que no nos engañe, pues, su palmarés. Stirling Moss ha sido uno de los mejores pilotos de la historia y merece no quedar en el olvido.

Fernando Alonso

El más controvertido de todos los pilotos y no por su carácter (es una bellísima persona), sino porque hay debate sobre si hubiera ganado más campeonatos con un buen coche y equipo. Los que han sido sus rivales han reconocido que era el mejor piloto de la parrilla. Saltó a la fama por destronar con Renault en 2005 al kaiser Schumacher. En 2006 repitió la gesta, sin problemas. Fichó por McLaren por las promesas que le hicieron, pero, a partir de aquí se apagó su estrella en la F1. Cada nuevo coche era peor que el anterior. Su última andadura con Alpine tampoco ha sido demasiado buena. No obstante, 32 victorias y 97 podios lo colocan arriba del todo.

Gilles Villeneuve

He aquí alguien que nunca ha ganado un título mundial. Solo 6 victorias en su haber. Los más jóvenes se preguntarán qué hace en esta lista. A veces, no todo son los números. Este canadiense sorprendió a todo el mundo con su capacidad de pelear hasta en las situaciones más adversas. Con su Ferrari batía récords de velocidad en pista, fuera del coche era un hombre totalmente genuino. La historia seguramente tenía reservadas para él gestas más grandes que el segundo puesto en 1979. Pero murió en el Gran Premio de Bélgica en 1982.

Nigel Mansell

Nigel Mansell es aquello que se llama ejemplo de superación y lucha. Solo daremos dos datos: empezó a correr en la F1 en 1980 y ganó el título en 1992. Y eso que no paró de intentarlo antes. De hecho, perdió cruelmente la corona en 1986, con Williams. Pero Il Leone fue ganando admiradores y fans, que confiaban en él. En 1992 se cansó de esperar y con un FW14B barrió a todos sus rivales y consiguió su tan anhelado campeonato. En total, 31 victorias y 59 podios a lo largo de su carrera.

Emerson Fittipaldi

Tienes que ser un crack mundial para que tu nombre pase al vocabulario popular. Ser un Fittipaldi significaba ir muy rápido con el coche (y ser un poco flipado). Pero es que este chico, en 1969, hacía cola para pedirle un autógrafo a Graham Hill y, al año siguiente ya eran compañeros en Lotus. Se convirtió en el piloto más joven en conseguir un mundial, en 1972. El brasileño pasó a McLaren en 1973 y consiguió el segundo título en 1974. Su estilo elegante de conducción y su carisma innato lo convirtieron en todo un referente para generaciones de jóvenes pilotos.

Nelson Piquet sr.

El brasileño hizo jubilar a Niki Lauda como primera gesta. Bernie Ecclestone lo quería como líder del equipo Brabham y en 1981 devolvió la confianza con el primer título. Convirtió el motor turbo de BMW en uno de los mejores. Repitió en 1983 sin demasiados sobresaltos. En 1986 fichó por Williams con un buen contrato, pero la relación con los compañeros de equipo y la escudería fue difícil, aunque consiguió su tercera corona en 1987. Cosechar tres títulos en los 80’, una época con grandes pilotos, lo catapultó a la fama.

Jochen Rindt

Un piloto excepcional para una historia única. Jochen Rindt es el único piloto que ha ganado el mundial después de muerto. Era un piloto muy habilidoso y muy respetado por sus rivales, ya fuera en la F1 o en la F2. Corrió con Cooper entre 1965 y 1967, después con Brabham en 1968 y quizá su talento nunca habría sido recompensado, sino fuera porque la marca Lotus decidió ficharlo, en una combinación muy potente. Por desgracia, murió en un accidente en el circuito de Monza en 1970, pero el título mundial ya era para él.

Mika Hakkinen

Uno de los pocos a los que Michael Schumacher tenía miedo. Ganó dos coronas mundiales, en 1998 y 1999. Y eso que en 1995 estuvo a punto de morir por un choque en el circuito de Adelaide, suerte de los médicos de pista que le realizaron una traqueotomía. Mika tenía mucho que decir todavía. En 1998, Schumacher ya tenía ganas de ser el emperador de la F1, pero el finlandés, imperturbable, le batió y lo volvió a batir al año siguiente. Estos duelos junto con la intensa relación con Ron Dennis lo convirtieron en un icono de la parrilla. .

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